lunes, 4 de noviembre de 2013

El arte de escuchar

           Por naturaleza, los niños en general, muestran fascinación y entusiasmo por expresar aquello que aprendieron, intentar emitir con palabras o señas lo que sienten, hablar de lo que vieron y de lo que descubrieron. Especialmente, cuando empiezan a pronunciar sus primeras palabras, buscando reafirmación y retroalimentación constante.
Recordemos también que desde el vientre materno saben escuchar. Entonces ¿Por qué se pierde esta habilidad?

          ¡Les cuento mi anécdota! 
          El otro día jugando a los carritos con mi hijo me di cuenta de que faltaba un tren que le encanta. Se me hizo raro que no estuviera a simple vista pues es uno de sus favoritos. Aproveché la ocasión y le propuse jugar a la ¡Búsqueda del tesoro del tren perdido!
           Estuvimos un buen rato buscando en cada rincón donde podía haberse metido el trenecito pero no tuvimos éxito a lo que pasamos a otras actividades (un descanso). Por la tarde, mi esposo jaló una mesita para sacar algo que se le había caído y mi hijo dijo: ¡tren! 
           Debo confesar que a simple vista no se veía el tren y ambos contestamos que no estaba, no había tren. Mi pequeño nos miró con seriedad y volvió a insistir, tren. Es entonces cuando comprendí lo serio que era para él y que si me lo estaba diciendo era porque verdaderamente lo vio. 
           Recordé ponerme a su mismo nivel de visión, agachándome y jalando un poco más el mueble y ¡voilá!, arrinconado el tren. Lo sacamos, se lo entregamos y con tren en mano le hicimos saber que tenía razón y que la misión de la búsqueda del tesoro había sido resuelta por él.

         ¿Qué aprendí de esta experiencia? 
La tarea de escuchar e interesarme en lo que me dice y cuando me lo dice.

        ¿Qué pasa cuando no nos detenemos a escucharlos por estar atareados? 
         Pues ni más ni menos que con el paso del tiempo, nuestros hijos dejan de expresarnos sus sentimientos, emociones, aprendizajes, ilusiones, etc, sencillamente dejan de comunicarse y se limitan a decir lo necesario. Luego nos preguntamos: ¿Por qué será que ya no me cuenta lo que le pasa?

          Escuchar lo que nuestros hijos nos quieren decir por poco significativo que parezca, para ellos es valiosísimo y no sólo por el mensaje que quieren decir, sino por el simple hecho de saber que mamá o papá están mirándolos, atentos, escuchándolos y comprendiéndolos, que sus palabras tienen valor. 
          ¿El resultado? Valorizar a sus hijos, sus sentimientos y pensamientos. ¡Conocerlos!

           Ahora bien, esto es un ejemplo de cuando nuestros hijos ya emiten palabras pero...¿Qué pasa cuando aún no hablan y el único medio de comunicación es su lenguaje corporal y el llanto. ¿Les hacemos caso o solamente nos dejamos llevar por lo que dicen los demás?: Te está chantajeando, sólo lo hace para molestar, ¿otra vez quiere brazos?, si acaba de comer y está limpio (a), tiene mamitis, etc.

           Se cree que nosotros los adultos, lo debemos saber todo y enseñarles a nuestros hijos pero muchas veces son ellos quienes nos dan una gran lección y nos recuerdan la sencillez con la que hay que vivir la vida. ¿Cuánto podemos aprender de nuestros hijos?, ¿Cierto?.


          He aquí unos tips para saber escuchar:
              * Conocer y reconocer sus necesidades según su etapa del desarrollo.
              * Crear tiempo para conversar, siempre y cuando estén en la disposición y ánimo de hacerlo.
              * Recordarle verbalmente que cuenta con ustedes.
              * Colocarse al mismo nivel de su hijo físicamente y con palabras. 
              * Mantener el contacto visual durante la conversación.
              * Confirmar lo que acaba de escuchar, ya sea preguntando o afirmando. De tal modo que se 
                 llegue a una retroalimentación.
              * Limitarse a interrumpir y crear juicios de valor.
              * Reconocer y respetar los sentimientos que se generen durante la conversación, llamándolos
                 por su nombre. Aunque algunas veces no estemos de acuerdo con lo que nos dicen.
              * Dar oportunidad a su hijo de resolver el problema, preguntándole cómo lo haría él o ella.
              * Conversar acerca de las posibles soluciones viables o llegar a acuerdos.
              * Agradecer por la confianza que depositó en ustedes y verbalizar que es grato conversar con 
                 él o ella.

        Es vital el arte de saber escuchar a nuestros hijos si queremos construir bases sólidas de comunicación. Así que a aprovechar de esas oportunidades para tejer una grata relación con amor y respeto. 
        Esa es nuestra manera de aprender juntos y de brindarles estrategias de comunicación.

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