Esa sonrisa que salía simplemente por abrir los ojos y tener frente a nosotros un mundo de posibilidades por descubrir. Cada novedad como oportunidad para explorar, cada reto para practicar. Ir afrontando momentos y asimilándolos con naturalidad sin que representen una carga, una molestia, un deber.
Hoy, como madre me doy cuenta que dejar fluir mi respiración es elemental para permitirme sonreír ante un momento difícil, de poco autocontrol. Me ha permitido ir desprogramando aquellas emociones que lejos de dejarme pensar, se convertían en bloqueo y frustración.
Pensar también que hay otras posibilidades para resolver un conflicto (interno) antes que retornar a esas emociones heredadas del pasado. Saber que puedo convertir esos bloqueos en sonrisas me ha permitido tener mayor seguridad y menos agobio.
El resultado de la sonrisa también repercute en el estado de ánimo de los demás, deja que el sentido del humor salga a la luz y se conviertan en momentos amenos.
Gracias a mi gran maestro de las sonrisas: mi hijo; es que puedo volver a ver esa conexión conmigo (con mis verdaderas emociones).
Creo que aún tenemos mucho que rescatar de nuestra niñez y reaprender a través de nuestros hijos.
Diario nos reflejan aquello que olvidamos o perdimos en el camino. Lo que ellos sin querer nos muestran para lograr una genuina conexión humana.
Les dejo este video que me mostró una linda amiga y que a raíz de ello presté mayor atención a esos momentos en los que cualquier día hubiese reaccionado con alguna emoción negativa, nublando mi sentido del humor. Mi sentido de la vida.
Don't worry
No hay comentarios:
Publicar un comentario