martes, 20 de mayo de 2014

Parir es poder y ¡Sí se puede!

Ahora que estamos celebrando la semana mundial del parto respetado con el lema: Parir es poder.

     Tras 2 años, quise revivir la experiencia que como mujer me ha cambiado la vida y me ha hecho crecer enormemente. Motivo por el cual ahora me encuentro en esta hermosa labor de la crianza con respeto.


   Mi hijo ha significado mucho incluso desde antes de que decidiéramos ser padres.
La vida nos da oportunidades de hacer las cosas, respetando a la naturaleza, a nosotros y a nuestros hijos, dándonos la fuerza para hacer valer sus derechos. Eso marca para siempre.

     El camino no siempre es fácil pero estar conscientes, informadas, empoderadas y contar con una red de apoyo, facilitará el proceso del inicio de la vida y procesos de aprendizaje de la familia.

     Era 21 de enero de 2012, último día para cambio de signo zodiacal. Mi hermoso bebé empezó a tocar la puerta para salir a la vida.
     Las contracciones me avisaban que nos embarcábamos a la aventura que por nueve meses nos preparamos. ¡Era el momento de conocernos!

     Como a eso de las 8pm empezaban leves pero eran diferentes pues no se parecían en nada a las que había sentido antes. Mi cuerpo lo sabía, él lo sabía.

     A las 10 pm se fueron intensificando, así que decidí tomar un baño (el primero), relajarme y disfrutar pues sería de los últimos que disfrutaría a mis anchas.
     Cené ligero y decidí descansar pero no por mucho porque como a eso de las 12am ya no pudo ser posible. Se intensificaban y mi cuerpo necesitaba movimiento, así que decidí escucharlo y consentirlo, facilitar el paso a mi bebé.
     Caminé por el cuarto, le arrullé con movimientos circulares, adelante y hacia atrás sobre la pelota, eso aliviaba pero cada vez había más presión.
     Colocarme en 4 puntos y realizar movimientos suaves fue algo que ayudó bastante.

     Mi esposo todo el tiempo pendiente, tomando nota del ritmo e intervalo para saber en qué momento hablar al doctor e ir al hospital. Dormía y monitorizaba, me daba ánimos.

     Alrededor de la 1am sale el tapón y el momento se acercaba más. ¡Unas horas y ya lo conocería! ¡Qué alegría!
     Entre baño y movimiento y un poco de agua fueron pasando un par de horas intensas hasta las 3am, cuando logró mi bebé fisurar la bolsa y salir la fuente.
     ¡Ah qué alivio aquel! De inmediato, llamada al doctor y a empacar los últimos detalles para ir al hospital.

     Ahí, en la revisión (5am) llegué con 7 cm de dilatación. Doctor dijo: ¡Estás casi lista!, ¡Ya mero nace tu bebé!

     Mi esposo llenaba el papeleo y al mismo tiempo me subían a la silla de ruedas en elevador. Esta vez dejé que me consintieran para ahorrar fuerzas pero de pronto, sentí miedo pero por fortuna, antes de cerrarse la puerta del elevador, logré ver a mi hermanita que iba llegando. Que lindo sentí verla. Me dio seguridad.

     Esperando en la sala de partos, sobre la camilla, sentí ganas de seguir sentada con las piernas abiertas. Eso se sentía agradable (escuché a mi cuerpo).
     Mientras doctor y mi esposo se cambiaban y mi doula llegaba, hubo un momento para mi y mi bebé. Momento perfecto para comunicarme con él y decirle que todo estaría bien. Lo estamos esperando con mucha alegría.
     Llega mi doula con una sonrisa y sin decir al fin había llegado el momento. Eso que entre miradas se decodifica.

     A las 6am una última revisión para ver cómo iba la dilatación (tumbada en la camita) y sugirieron ayudar, terminando de romper la bolsa poco más hacia la salida. Sentí temor, así que pregunté si eso no lastimaría a mi bebé. El ginecólogo dijo que no. Me mostró sus instrumentos y explicó cómo era el procedimiento. Muy cuidadoso fue que no sentí dolor.

     A las 6:30 am aproximadamente, entramos a la tina con agua calientita, lista y con mucha alegría por recibir a mi bebé en brazos.
     Pasó tan eterno ese tiempo. Cada minuto era largo, doloroso y liberador al mismo tiempo. Entre movimiento y cambio de posiciones, hidratación, contracción fuerte y relajación.
Era como estar dentro y fuera de mi misma. En estados alterados de consciencia.
A ratos dormitaba gracias a la temperatura del agua y los dolores amortiguaban. Volvían y con la misma se iban y de nuevo dormía sin quererlo.

     El papel de mi esposo fue fundamental, fue mi sostén en esos ratos en los que me quedaba dormida. Era mi pilar y consciencia del tiempo que transcurría, sus palabras y masajes fueron tan importantes en esta labor.

     Poco a poco sentía que las contracciones me rebasaban, estaba en la lucha de pensamiento entre el poder y no poder lograrlo hasta que salió de mi boca decir: ya no puedo, ya no puedo.
Mi doula con sus ánimos dijo: Sí puedes, ya mero lo tendrás en brazos. Recuerda: un minuto a la vez, momento a momento. Mi esposo: ya lo has estado logrando, falta poco para que esté aquí.
Sus palabras me hicieron dimensionar el dolor, el momento y dejar sentir lo último y maravilloso de ese momento del embarazo.

     Al poco rato como volcán a punto de explotar, aparece. ¡Si! El doctor dice: la cabeza del bebé. ¡Ahí viene! Un poco más. ¡Que motivador!
Entre contracción, pujo, respiración, sale la cabeza y lo que temía: sus hombros (en eso me fisuré pero no lo sentí) y lo demás salió más rápido de lo que imaginé.

     El doctor lo tomó y dijo: ¡agárralo! pero por la posición en la que quedé no podía alcanzarlo, así que necesité de un poco de ayuda.

     Eran las 8am cuando al fin vi su carita, ese pedacito por el que esperamos tanto tiempo, salió del agua. MI bebé con ojos abiertos, explorando la vida, olores, sensaciones, la gravedad y de pronto: estaba sobre mi pecho, con mamá y papá.
Ambos abrazando a bebé. No podía creerlo, al fin los 3.




     No pensaba en separarme de él pero fueron tan solo unos minutos que se esfumaron y de pronto se lo estaban llevando pues por cuestiones de reglamentación del hospital: limpieza, medición, etc.
A lo que se oye un llanto fuerte por la separación y para ese momento ya le habían cortado el cordón, algo que hubiese deseado que fuera tardío y que mi bebé no se separara de mi. Pues todo pasó en 2 minutos, entre que salió la cabecita y en que se lo llevaran.

     Enseguida salí de la tina (con ayuda) y caminando a la sala de expulsión (al cuarto contiguo). Todo fue suave pero con frío. Alegría y tristezas.Ya había pasado lo más difícil, pensé. Ahora sólo quería ver y estar con mi bebé. En eso llegó y lo pusieron en mi regazo con ayuda porque ya no tenía fuerzas para sostenerlo. Besos y más besos. Pero de nuevo se lo volvieron a llevar y no le vi hasta 2 o 3 hrs después.
Mi bebé nació el 22 de enero (signo de acuario) con 39 semanas y pesó 2, 850kg.

¿Qué haría diferente la siguiente vez?

  • Preparar mi plan de parto a consciencia y con plan B en caso de ser cesárea necesaria.
  • Escoger al equipo de profesionales: doula, ginecólogo, pediatra que estará pendiente de cómo se desenvuelve el parto.
  • Les haría saber cómo quiero que sea el nacimiento de mi bebé.
  • Pediría alojamiento conjunto para estar todo el tiempo posible con mi bebé.
  • Que el corte del cordón sea tardío.
  • Dejarle sobre mi para que busque mi seno y se enganche a la lactancia materna de manera natural y a su ritmo.
  • Estar piel a piel para que se sepa seguro(a) y amado(a). En su lugar, donde debe estar: con mamá.
"Para cambiar el mundo, primero debemos cambiar la forma de nacer"
Michael Odent

Yo le agregaría: Para cambiar la forma de nacer, debemos informarnos, confiar en nuestros cuerpos, respetar a la vida y emPoderarnos.


     Cada forma de nacer es distinta, los ritmos y los tiempos pero el cómo se recibe al bebé y las siguientes horas tras el nacimiento son cruciales por toda la información que está recibiendo en ese primer contacto con la vida, sus primeras memorias. Qué mejor que esté con mamá si la naturaleza nos dotó para albergar un bebé dentro y fuera de nuestro vientre.
     Si tu parto llega a ser por cesárea necesaria, puedes también pedir (exigir) que sea humanizada, que permanezca tu bebé contigo todo el tiempo posible y le puedes dar el pecho incluso, mejor. Todo con la premisa de que verdaderamente no estén en peligro ambos.
     Es nuestra responsabilidad informarnos oportunamente y con información veraz. Rodearnos de personal capacitado y que respete tus forma de dar vida porque tu hij@ tiene derecho y tú también.

     Quiero agradecer a las personas que apoyaron durante la llegada de Dante:

     Mi madre que estuvo pendiente en todo momento, brindando apoyo y haciéndome sentir fuerte con su presencia en los últimos días antes del naciemiento de mi bebé, durante y días después. Gracias a su apoyo, pude estar el mayor tiempo posible con mi bebé en casa y lograr establecer el inicio de la lactancia materna.
     A mi esposo que con su apoyo incondicional, estuvo presente, sosteniéndome, dando ánimos y apoyando en lo que pudo y puede. Mi buen compañero.
     Al doctor Gonzalo Cárdenas quien hizo posible respetar nuestro parto, darnos ánimos en el último empujoncito.
     A Valentina Leyva, mi doula pionera en hacer posible los partos humanizados y en agua junto con el ginecólogo Gonzalo Cárdenas. Quien estuvo hidratándome, tomando fotos y video, dando ánimos y recordando confianza en mi cuerpo.
     Y a una amiga quien me invitó a escribir sobre mi parto (recordar la maravillosa experiencia de vida), de no ser por ella, no estarías leyendo esta experiencia.

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