viernes, 28 de febrero de 2014

El respeto comienza desde casa


¿Cómo se traduce la falta de afecto, acompañamiento y guía en un menor; en carencia de autocontrol, sentido común, cero tolerancia, escasas habilidades de comunicación y violencia cuando se es adulto?


          El día de ayer nos encontramos en una situación verdaderamente indignante y lejos de ser una queja, quisiera que mamás o papás como tú, se ahorren lo que pasamos mi hijo y yo.

          Creo importante este espacio para transmitirles esas emociones (impotencia, enfado e indignación) vividas a manera de catarsis pero sobre todo, para usarlas como trampolín y sacar lo mejor de este trago amargo.

          Un día inusual entre semana, nos reunimos con una amiga y su hija para conocer un lugar "nuevo" (para nosotras) y poder pasar un rato agradable en el que pudiéramos tomar un café lo más "tranquilamente" posible sin descuidar a nuestros peques mientras jugaban en el área infantil.

          En el lugar, buen clima, atención, servicio agradables y un espacio adecuado para que nuestros retoños jueguen. Nos ubicamos en una mesa frente a la puerta del área lúdica para poder estar disponibles (pendientes de las necesidades) para nuestros hijos. Los niños se reconocieron y adaptaron enseguida al área. Donde había también un par de niños más, jugando. Los 4 de distintas edades.

          He de mencionar que son las primeras veces en la que nuestros hijos se van a jugar sin que estemos junto a ellos jugando, dado que ya adquirieron las destrezas motrices y de lenguaje aptas para estar (al menos) unos minutos jugando sin depender de nuestra presencia.
Nuestros hijos, jugando dentro entre ellos y a ratos cada uno en su propio mundo.

          De pronto, un niño más pequeño (año y medio), simpático el muchachito. Constantemente salía a buscar a su mami quién se ubicaba fuera del área de visión de su hijo (a varias mesas lejos de la puerta). Ésta lo regresaba y lo dejaba de nuevo en el área de juegos. Así varias veces.

          Después de un rato, me percato de que el niño se acercó a mi hijo (supongo que con el afán de interactuar y captar su atención) y al cabo de unos minutos, los encuentro forcejeando con un cajón (mi hijo abría y el otro cerraba) a lo que de inmediato me paré para intervenir pues estaba siendo peligroso para ambos y con seguridad terminaría mal. Tomé de las manos a mi hijo, lo retiré y le expliqué que él tiene la capacidad de abrir y cerrar sin herirse, sin embargo, cuando hay otra persona, puede resultar peligroso porque ambos se pueden lastimar sin querer. Para eso, la mamá del niño ya se había acercado, le comenté lo sucedido y de inmediato lo tomó y sacó del área.
          Para evitar que les llame la atención abrir le cajón, decidimos mi amiga y yo, sacar el contenido y repartir esos juguetes en un par de canastas para nuestros hijos (quienes se habían quedado).

          Minutos después, el niño entró a jugar y salió del área con una de las canastas y mi hijo corriendo atrás de él, logrando tomar el juguete a jalones, defendiendo a capa y espada con lo que estaba jugando. A lo que de nueva cuenta intervine para evitar alguna caída por el mismo forcejeo, y hablar con mi hijo sobre lo sucedido (dándole la razón por defender el juguete pero haciéndole ver que si actúa jalando, podrían lastimarse los dos y romper los juguetes).
Mientras eso, la mamá se acercó y sin saber qué pasó jaló a su hijo y lo llevó a su mesa regañándolo.

          No pasó mucho rato cuando el pequeño regresó al área de juegos y de nueva cuenta, éste queriendo llamar la atención de mi hijo para jugar, le andaba jalando la camiseta, a lo que mi hijo reaccionó alejándose.
          Me volví a acercar para separarlos (sin agresión, con respeto), retirándole la manita al niño, proporcionándole un juguete atractivo y dirigiéndome a mi hijo, animándolo a que si algo no le gusta, lo manifieste y, haciéndole saber que lo que el niño quería era sólo jugar con él. Que si quería, podía invitarlo a jugar.

          Al pararme, encuentro al mismo pequeño de año y medio, jalando otra vez pero a otro niño. Esta vez corrió sin suerte ya que el niño "mayor" (misma edad de mi hijo, 2 años) reaccionó con molestia (ante el jaloneo) e inmediatamente le pegó una mordida. Obviamente, le pedí al niño mayor que lo soltara pues estaba lastimando al pequeño en cuestión. Al soltarlo, brotó en llanto por el dolor a lo que acudió la mamá a ver qué pasaba. Le comenté lo sucedido pero creo que no lo entendió bien, lo tomó y se fue enfadada.

          Era más que evidente que el pequeño tenía la necesidad de afecto, guía y compañía de su madre. Ésta al no proporcionárselo, regresándolo en repetidas ocasiones al área de juegos, el niño se resigna e intenta relacionarse como mejor puede, sin ser precisamente la mejor manera, provocando molestia en un niño que se sintió agredido al jaloneo y terminó mal.

          Mas la historia no termina aquí. Al rato veo que entra de nuevo la señora con su hijo al área de juegos y yo sin sospechar nada (creyendo que lo estaba acompañando a jugar, ¡por fin!), la veo señalando con el dedo a mi hijo y éste con cara de sorpresa, pegado al mueble que tenía tras de él. Me paré inmediatamente e intervine porque aunque no estaba escuchando era evidente que estaba sometiendo a mi hijo a palabras y señas poco respetuosas. Ésta todavía se voltea y me dice que le estaba dando una "lección" por haber mordido a su hijo quien tenía gran morete.
          Francamente me costó mucho mantener la calma para no sacarla del pelo. ¿Qué clase de adulto es aquel que somete a un niño con amenazas dizque dándole una "lección" para que no lo vuelva a hacer? En vez de acercarse a las mamás para comentarlo entre adultos.
Pero sobre todo, ¡era a mi hijo a quien lo estaban violentando! ni siquiera fue quien pegó la mordida.

          Lo más tranquila que pude, le expliqué de nueva cuenta a esa persona (carente de habilidades verbales, respeto, autocontrol, llena de violencia, etc) que mi hijo no fue quién mordió al suyo y que no debía someter a un niño y menos a mi hijo.
          Todavía indignada la señora, se atreve a decirme que si bien no fue mi hijo, por qué no hice algo al para defender al suyo. ¡Vaya responsabilidad de su parte!

          Desafortunadamente era notorio que estaba montada en cólera y su actitud no le permitía mantener un diálogo, nublando su sentido común y dejando de escuchar los hechos.

          Mamás y papás. El diálogo y la confianza se vuelven indispensables entre ustedes y sus hijos, sobre todo ante este tipo de casos de violencia. Hablar con ellos para prevenir, sembrando confianza y haciéndoles notar que ustedes estarán para ellos. Es tarea de todos los días.

¿Qué aprendimos?
Aunque tiene 2 años;

  • Es buen momento para enseñarle a que diga lo que no le gusta.
  • Que ningún adulto o niño, tiene derecho a golpearle, gritarle, pellizcar, jalar, etc. (conversándolo de manera concreta y por medio del juego). 
  • Que pida ayuda a mamá o a papá (aunque ya lo hace) cuando no sepa qué hacer o ante situaciones violentas.
  • Hacerle saber que estoy disponible para él cuando necesite decirme algo.
  • Que estaré más pendiente de esa clase de adultos.
  • Aún hay mucho por hacer en cuestiones de crianza. Llegar a más papás y profesionales para crear más consciencia sobre el trato y cuidado de l@s niñ@s.
  • Reafirma mi profesión como psicóloga, ya que existen todavía muchos adultos carentes de afecto y con niños bajo su cargo, heredándoles una vida llena de maltrato y violencia.
          Sé que no siempre se puede estar en todo momento con nuestros hijos pero lo que sí podemos crear, son las bases al diálogo y la confianza, especialmente con mayor paciencia y empatía en los primeros años de vida. Momento en el que nuestros hijos apenas y nos dan a entender lo que les sucede o necesitan con esas vocecitas tiernas y ojos llorosos, a sus cambios repentinos de ánimo. 
           Los niños son seres tan transparentes que es fácil detectar cuando algo no anda bien.
           Así pues, fue que por observación, pude percatarme (después de bañarlo) que tenía un moretón en su bracito y al sólo rozarlo le dolía. 
          Le pregunté cómo se lastimó y con ojitos tristes me dijo que la señorita lo había pellizcado. Lo invité a que me mostrara cómo le hizo para corroborar la información.
          Como mamá, al oírlo me partió el corazón y me sentí impotente pues recordando...supongo que fue instantes previos al darme cuenta de que lo estaba sometiendo esa señora.
          Más tarde, invité a su papá para que dialogara con mi hijo sobre lo sucedido en el día para saber qué le decía a él. Desafortunadamente lo que manifestó mi niño fue real. Corroboró lo que nos estaba diciendo.

          Ayer le sucedió a mi hijo, mañana podría sucederle a los tuyos. Ojalá que no, y que esta anécdota les sirva para prevenir, entablar mayor confianza y diálogo con sus hijos y con su pareja. 


Los invito a leer esta reflexión y si tienen alguna aportación a modo de aprendizaje, coméntenlo, será bien recibida.

"Cuando usted hace caso a su hijo, le está enseñando a ser independiente. Tras una separación (enfermedad, trabajo de la madre, la guardería), l@s niñ@s se hacen más dependientes, necesitan más mimos, más contacto, no requiere separarse ni un momento.
Si le da ese contacto que necesita, acabará superando su inseguridad; si se lo niega, cada vez el problema será mayor. No es lo mismo un niño que deja de llamar a su madre porque ya no la necesita, que otro que deja de llamarla porque sabe que, por mucho que la llame, nunca le hará caso".
---Pediatra Carlos González.

1 comentario:

  1. ¡Hola! En el último post de Entorno Bebé tengo una sorpresa para ti. Espero que te guste. =)

    http://entornobebe.blogspot.mx/

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