viernes, 13 de septiembre de 2013

Las palabras: florecer o marchitar

     Los seres humanos comenzamos a detectar sonidos del exterior alrededor del 5to mes de gestación y los principales sonidos son el corazón de nuestra madre, las voces de nuestros padres, la música, etc. Existen estudios que apuntan a que el embrión puede detectar las emociones de su madre.

Desde ese momento, se empiezan a moldear algunos aspectos de la personalidad de ese individuo.

    La crianza respetuosa debe comenzar desde el momento en que la madre confirma que lleva a un ser en su vientre. Yo diría que desde el momento de planear traer vida a este mundo matraca. 

     Mucho podríamos ahondar sobre las diversas responsabilidades que esto conlleva pero en este post me enfocaré sólo a lo que las palabras marcan desde que tenemos capacidad de oír

     Antes de continuar, les comento que al momento de decidir ser madre, me esmeré en leer varios temas sobre desarrollo, educación y todo lo relacionado con los bebés; entre esos me topé con la crianza respetuosa (el cual se apega a mi formación como psicóloga). Por lo tanto, decidí comprometerme a aplicarla en esa personita que cuidaría, crecería y guiaría a través de los años.
     De tal modo, mi objetivo es que resulte, una persona libre en espíritu y sus decisiones, sin culpas (infundadas), sin ataduras, sin presiones externas, con deseos de logro, metas claras y suyas, una persona creativa, espontánea, humana, etc. 
     Por fortuna, muchas de esas cualidades ya las traen los bebés por default pues son libros abiertos, exploradores innatos y libres
     Sin embargo, mi deber de madre radica en romper con ciertos patrones de pensamiento, voces de mi infancia, frases trilladas (muchas veces sin fundamento) y adulocentristas, que si las usara sin pensar, podrían desencadenar desconfianza, baja autoestima, indiferencia, etc. En pocas palabras, crear una persona con coraza dura.
    Constantemente trato de crear estrategias para manejar ciertas situaciones. De igual forma, evitar que otras personas dañen su esencia. Después de todo...¿Qué mamá no estaría dispuesta a esto?

     Pero regresando al tema. La imagen que cada quien tiene de uno mismo, se construye en los primeros años de vida a partir de la experiencia y sobre las expectativas que depositan en nosotros las personas cercanas como familiares y profesores

     Desafortunadamente se piensa que los bebés "no entienden" y restan importancia a esto. Sin embargo, difiero porque aunque no sepan hablar, su cerebro (en plena plasticidad) almacena las palabras en algún sitio y en cuanto su pensamiento y lenguaje se desarrolla, cobran sentido.

     Por eso hago hincapié en las palabras y mensajes que constantemente reciben bebés y niños, cuyo resultado a mediano y largo plazo llegan a ser profecías autocumplidoras* también conocido como el efecto Pigmalión.

Existen 2 efectos Pigmalión:
  • Efecto pigmalión positivo: se refiere a aquel que produce un efecto positivo en el sujeto, de forma que afianza el aspecto sobre el cual se produce el efecto, provocando un aumento de la autoestima del sujeto y del aspecto en concreto.
  • Efecto pigmalión negativo: es aquel que produce que la autoestima del sujeto disminuya y que el aspecto sobre el que se actúa disminuya o incluso desaparezca.
Por ejemplo: 
+ Si pensamos que nuestro (a)  hijo (a) es muy inteligente y constantemente le repetimos que lo es, acabará por creerlo y tendrá confianza en desarrollar su inteligencia.
- Si etiquetamos como terco (a), acabará por darnos la razón a mediano o largo plazo.

     De tal forma que las palabras cumplen un papel fundamental al momento de emitirlas pues podemos lograr florecer o marchitar a cualquier persona, especialmente a nuestros hijos.

    Como adultos contamos con la capacidad de decidir cuáles palabras nos marcan y cuáles son inservibles. Sin embargo, a veces se nos dificulta lograrlo. Pero nuestros hijos no pueden decir aún, como muchos otros aspectos. Nosotros tenemos la responsabilidad de velar por el respeto que se merecen.

    Para concluir les dejo estas preguntas para reflexionar.

¿Qué mensajes le estamos enviando constantemente a nuestros hijos?, 
¿Qué mensajes permitimos que les lleguen?

Sembremos palabras que permitan florecer la personalidad libre en nuestros hijos.



*Profecías autocumplidoras: Se trata de esquemas que creamos acerca de otras personas que generan una expectativa sobre como son o van a actuar estas personas. Como nos comportamos ante estas personas propicia que nuestras expectativas se cumplan.  Ejemplo: aquel niño al que durante todo su crecimiento se le dice constantemente "eres un tonto", "No puedes hacer esto", "yo lo hago por porque tú no lo sabes hacer bien", y muchas otras frases lamentablemente tan comunes; por lo tanto este chico al transformarse en adulto seguramente será verdaderamente un "tonto" y confirmará la acusación de la cual era víctima.




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